martes, julio 27


Soy la presa perfecta de un cazador que me ignora. Que sabe que existo, pero que decide ignorarme completamente. Porque si desconocieras mi existencia quizás sería menos doloroso. La pregunta es: ¿Por qué no me dijiste desde el principio que te habías tomado nuestra relación de otra manera? ¿Por qué no me advertiste? Te hubiera amado menos, te hubiera dado menos. Ahora estoy atada a vos y es un infierno, por eso decido alejarme ahora. Y lo que más duele es que nunca tuve prioridad en tu vida. Tu felicidad era condición única para que yo estuviera bien. Siempre te tuve arriba, como el religioso tiene a Dios. Pero yo nunca te interesé demasiado, sino hubieses tenido más ganas de verme. Tal vez tantas como yo. Nunca tuve prioridad en tu vida, mientras que vos fuiste todo en la mía. Una parte de mí, la más caprichosa, piensa que haberte dejado estaba bien, porque merecía más atención de parte de un hombre. En cambio, mi parte más racional sabía que te había dejado por miedo a que me dejes en primer lugar. Era mi “primera desilusión amorosa”, como decía la gente en general. Yo muy profundamente tenía la convicción de que no era simplemente una nena que dejaba a su primer novio e iba a superarlo en cinco o seis días, ni semanas, ni años. Sabía que habías marcado mi vida para siempre. De echo tendría que odiarte. Te culpo de mi soledad, de mi miedo a las personas, de mi desconfianza en general. Y lo peor es que cuando yo desaparezco me buscas, sos un histérico prepotente manipulador y yo enfermizamente débil. Entonces no me doy por vencida, y quiero seguir luchando por el hombre que amo y no me ama. Pero no va a volver a ser lo mismo porque estoy decepcionada. No me querés, no me respetas y aún así te necesito para existir. La abstinencia me deja sin aliento. Necesito verte nuevamente, sos como una droga. Por el momento estoy satisfecha, no quiero pedirte más, no quiero tener una sobredosis. Eso sos, una droga. Necesito y me das lo que necesito, un mensaje de texto, unas palabras sin sentido o una patada en los testículos, en caso de que tuviera un par. ¿Lo que necesito? Me das lo que querés darme sabiendo que voy a aceptar cualquier limosna que venga del Rey que te hice creer que sos. Nada es suficiente, pero yo creo que si puedo agradarte vas a enamorarte de mí otra vez, en caso de que alguna vez hubieras sentido algo siquiera parecido al amor o la ternura.

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