Tengo una queja

Hace tiempo que no me sentía como me siento hoy. Me siento tan bien, es inexplicable. Pongo música, me siento en el piso y lo único que se me viene a la mente son los buenos momentos que pase estos 30 días desde que empezó el año. Ya no se me vienen momentos malos a la cabeza. Pienso y pienso y solo me acuerdo de todos los lugares que conocí, todas las cosas que hice. Es algo inexplicable, es esa sonrisa que te sale sin motivo y te das cuenta después de un buen rato. Siento que vuelvo a sentirme bien, hablo de ese bien que te sale sin darte cuenta, sin pensar en que tenes que sentirte bien, simplemente sale porque sí.

Entre todas esas cosas que encuentro positivas es que tengo más en claro que es lo que quiero, que es lo que busco; si bien hasta ayer hablábamos con mis amigos de que no sabía muy bien que era lo que quería. Hoy me desperté (sin explicación) pensando en las cosas que de verdad quería hacer, con quién quería estar, con quién no. Las cosas que de verdad son importantes para mí. También pensé en que cosas tendría que tomar un riesgo y en que no. A pesar de dormir solamente cuatro horas, es como que me desperté (sin estar bajo efectos de alucinantes) con las ideas más claras. Me siento diferente, con ganas de muchas cosas. Son esas sensaciones de las cuales tardas en darte cuenta. Son esas sensaciones las cuales extrañaba.

Yo sé que parezco salida del borda con esto que escribo, pero quiero informar que dentro de las cosas que tengo propuestas, es que me chupe soberanamente quinientos huevos lo que digan. Este es muy ultimo año de colegio y lo voy a pasar con las personas que de verdad me hagan bien, que de verdad sienta que hay una ida y vuelta y no solamente una ida. Este año es solamente para mí y para mi bienestar; como dije en entradas anteriores: es por mí. No voy a apurar nada, que todo pase cuando tenga que pasar y que fluya.